domingo, 11 de octubre de 2009

Las preocupaciones van por barrios

La semana pasada tuve ocasión ver en el telediario del mediodía de la Televisión de Galicia una intervención del portavoz del BNG en el congreso autonómico acerca de la “problemática” toponímica en la ciudad de La Coruña. Acudí estupefacto desde el sillón de mi casa a la exposición del señor Aymerich referente a ese acuciante problema.


Independientemente de si la razón asiste o no a los nacionalistas en este tema en concreto, pienso que la vida siempre será una cuestión de prioridades, y en estos momentos, con esta coyuntura económica (la más dura que me permiten recordar mis 36 años de vida), me pregunto que pensará el afiliado, o el simple simpatizante del BNG, que estando quizás en el paro, o al menos con dificultades para atender al pago de su hipoteca, y en general para llegar a fin de mes, y que atendía igual que yo, desde la comodidad de su hogar a las explicaciones del portavoz de su partido reclamando la eliminación de una L en la toponimia de la ciudad, en lugar de exigir soluciones ante el mal momento económico que sufre la economía española, sin entender de sexos, razas, ideologías políticas o simpatías deportivas.

Personalmente me sentiría muy defraudado si los responsables del partido del que soy militante, salieran en la televisión reclamando que Sanxenxo sea Sangenjo, o que Ourense sea Orense, en lugar de exigir al gobierno soluciones.

Personalmente no creo en discursos nacionalistas (soy de los que creen que el nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando), pero creo también que hay un momento para cada cosa, y cada cosa a su tiempo. Y en tiempos en los que se suprimen puestos de trabajo a diario, no me parece oportuno hablar de la supresión de una “L”.

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